viernes, julio 29, 2011

REGALOS DE RABIA Y DE RENCOR



Él era un profesor comprometido y estricto, conocido también por
sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Al terminar la
clase de fin de año, mientras el maestro organizaba unos documentos
...encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma
desafiante le dijo:
- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase, es que
no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su
cara aburrida.

El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que
el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró
al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
- ¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva
pregunta.
- Por supuesto que no. -Contestó de nuevo en tono despectivo el
muchacho-.
- Bueno, -prosiguió el profesor- cuando alguien intenta ofenderme
o me dice algo desagradable, me está ofreciendo "algo". En tu caso,
es una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.
- No entiendo a qué se refiere. -dijo el alumno confundido-
- Muy sencillo, -replicó el profesor- Tú me estás ofreciendo
rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso,
estaré aceptando tu regalo. Y yo, mi amigo, en verdad, prefiero
obsequiarme mi propia serenidad.

¡Muchacho!, -concluyó el profesor en tono gentil- La vida nos da la
libertad de amargarnos o de ser felices. "Tu rabia pasará, pero no
trates de dejarla conmigo , porque no me interesa. Yo no puedo
controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que
yo cargo en el mío. Cada día, en todo momento, tú puedes escoger
qué emociones o sentimientos quieres poner dentro de ti, y lo que
elijas, lo tendrás hasta que decidas cambiarlo, porque es tan grande
la libertad que nos da la vida, que hasta tenemos la opción de
amargarnos o de ser felices".

martes, julio 12, 2011

La Gratitud.

Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero de todos. Y no deja de haber algo de cierto en ello. El saber agradecer es un valor en el que pocas veces se piensa. Ya nuestras abuelas nos lo decían "de gente bien nacida es ser agradecida".
Para algunos es muy fácil dar las "gracias" por los pequeños servicios cotidianos que recibimos, el desayuno, ropa limpia, la oficina aseada... Pero no siempre es así.
Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de forma mecánica, la gratitud es aquella actitud que nace del corazón en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros.
La gratitud no significa "devolver el favor": si alguien me sirve una taza de café no significa que después debo servir a la misma persona una taza y quedar iguales... El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.
La persona agradecida busca tener otras atenciones con las personas, no pensando en "pagar" por el beneficio recibido, sino en devolver la muestra de afecto o cuidado que tuvo. ¿Has notado como los niños agradecen los obsequios de sus padres? Lo hacen con una sonrisa, un abrazo y un beso. ¿De que otra manera podría agradecer y corresponder unos niños? Y con eso, a los padres les basta.
Las muestras de afecto son una forma visible de agradecimiento; la gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que por el bien (o beneficio) recibido.
Conocemos personas a quienes tenemos especial estima, preferencia o cariño por "todo" lo que nos han dado: padres, maestros, cónyuge, amigos, jefes... El motivo de nuestro agradecimiento se debe al "desinterés" que tuvieron a pesar del cansancio y la rutina. Nos dieron su tiempo, o su cuidado.
Nuestro agradecimiento debe surgir de un corazón grande.
No siempre contamos con la presencia de alguien conocido para salir de un apuro, resolver un percance o un pequeño accidente. ¡Cómo agradecemos que alguien abra la puerta del auto para colocar las cajas que llevamos, nos ofrezca su hogar, o nos ayude a reemplazar el neumático averiado!
El camino para vivir el valor del agradecimiento tiene algunas notas características que implican:
- Reconocer en los demás el esfuerzo por servir
- Acostumbrarnos a dar las gracias
- Tener pequeños detalles de atención con todas las personas: acomodar la silla, abrir la puerta, servir un café, colocar los cubiertos en la mesa, un saludo cordial...
La persona que más sirve es la que sabe ser más agradecida.

martes, julio 05, 2011

Sé lo que deseas Ser...!

Hay momentos en la vida en los que extrañas tanto a algunas personas, que quisieras sacarlas de tus sueños y envolverlas en un abrazo.
Sueña lo que desees soñar; ve a donde desees ir; sé lo que deseas ser, porque solamente tienes una vida y una oportunidad para hacer las cosas que deseas.
Ten la suficiente felicidad, que te haga dulce; los suficientes tropiezos, que te hagan fuerte; la suficiente tristeza, que te haga humano y la suficiente esperanza, que te haga feliz.
Siempre ponte en los zapatos de otras personas. Si sientes que te duele, probablemente le dolerá a esa persona también.
La mayoría de la gente feliz, no necesariamente tiene lo mejor de cada cosa; ellos solamente toman lo mejor de las cosas que aparecen a lo largo de su camino.
La felicidad existe para aquéllos que lloran, aquéllos que les duele, aquéllos que han buscado, aquéllos que han tropezado; porque solamente ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas.
La vida comienza con una sonrisa, crece con un beso y termina con una lágrima.
El futuro brillante estará basado, siempre, en un pasado olvidado; no puedes continuar con tu vida hasta que dejes escapar tus fracasos del pasado y los dolores del corazón.
Cuando tu naciste, estabas llorando y todos alrededor tuyo estaban sonriendo.
Vive tu vida de manera que cuando mueras, seas tú quien esté sonriendo.

domingo, julio 03, 2011

Vive el día a día con optimismo...!


El paso hacia el optimismo requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es como darle la vuelta a una moneda y ver todo con otra apariencia.
El mejor regalo: amor.
El día más bello: hoy.
La cosa más fácil: equivocarse.
El obstáculo más grande: el miedo.
El mayor error: abandonarse.
La raíz de todos los males: el egoísmo.
La distracción más bella: el trabajo.
La peor derrota: el desaliento.
Los mejores profesores: los niños.
La persona más peligrosa: la mentirosa.
El sentimiento más ruin: el rencor.
El regalo más bello: el perdón.
Lo imprescindible: el hogar.
La ruta más rápida: el camino más correcto.
La sensación más grata: la paz interior.
El resguardo más eficaz: la sonrisa.
El mejor remedio: el optimismo.
La mayor satisfacción: el deber cumplido.
Las personas más necesarias: los padres.
Teresa de Calcuta

viernes, julio 01, 2011

Todo lo que he aprendido

Siempre estamos aprendiendo algo nuevo, algo lindo, algo digno, por ejemplo que la paz no se logra si realmente no se está dispuesto a perdonar por ella.
A los 9 años aprendí que mi profesora sólo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.
A los 10, aprendí que era posible estar enamorado de cuatro chicas al mismo tiempo.
A los 12, aprendí que, si tenía problemas en la escuela, los tenía más grandes en casa.
A los 13, aprendí que cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, mi madre me mandaba a ordenarlo.
A los 15, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano menor, porque mi padre tenía frustraciones mayores y la mano más pesada.
A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.
A los 25, aprendí que nunca debía elogiar la comida de mi madre cuando estaba comiendo algo preparado por mi mujer.
A los 27 aprendí que el título obtenido no era la meta soñada.
A los 28, aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te puede doler la vida entera.
A los 30, aprendí que cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.
A los 33, aprendí que a las mujeres les gusta recibir flores, especialmente sin ningún motivo.
A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los 38, aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa;
y siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.
A los 39, aprendí que puedes saber que tu esposa te ama cuando quedan dos galletas y elige la menor.
A los 42, aprendí que si estás llevando una vida sin fracasos, no estás corriendo los suficientes riesgos.
A los 44, aprendí que puedes hacer a alguien disfrutar el día con solo enviarle una pequeña postal.
A los 47, aprendí que niños y abuelos son aliados naturales.
A los 55, aprendí que es absolutamente imposible tomar vacaciones sin engordar cinco kilos.
A los 63, aprendí que es razonable disfrutar del éxito, pero que no se debe confiar demasiado en él. Y que no puedo cambiar lo que pasó, pero puedo dejarlo atrás.
A los 64, aprendí que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado, nunca suceden.
A los 67, aprendí que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo.
A los 71, aprendí que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.
A los 72, aprendí que, si las cosas van mal, yo no tengo por qué ir con ellas.
A los 76, aprendí que envejecer es importante.
A los 91, aprendí que amé menos de lo que hubiera debido.
A los 92, aprendí que todavía tengo mucho para aprender.
Siempre estamos aprendiendo algo nuevo, algo lindo, algo digno, como por ejemplo que la paz no se logra si realmente no se está dispuesto a perdonar por ella, entender cual es la verdadera importancia de la familia, de la gente simple, de la vida misma.
Que si bien todos tenemos distintas cualidades, capacidades y habilidades, sepamos valorar las que tenemos y podamos ofrecerlas a los demás, y disfrutar con las que otros nos pueden brindar.
Saber aceptar nuestras limitaciones y no olvidarnos de nuestras metas, aunque muchas veces parezcan muy lejanas y difíciles.
Encaminarse hacia ellas es el primer paso hacia algo que ni siquiera podemos imaginar.
Realmente no tiene mucha importancia hasta qué edad vivimos. Lo importante es sentir que no lo hemos hecho en vano.