Cuando disfrutamos de la
juventud, solemos también sufrir de la inseguridad que la
caracteriza, y no nos valoramos ni conocemos como debiéramos. Cuando el
tiempo pasa y no somos tan jóvenes, es cuando verdaderamente sabemos quiénes
somos y lo que queremos.
La juventud está para
compensar las inseguridades y los errores. La
madurez, para afrontar los cambios de la vida y de nuestro cuerpo. Aprovechemos
la madurez para convertirnos en una gran mujer, más fuerte, más valiente, más
segura y mucho más atractiva.
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